lunes, 30 de abril de 2007
Nostalgias de un lunes por la mañana
No sé si será porque no he hecho puente, porque el tiempo anda muy raro o qué sé yo. La verdad es que esta mañana me he encontrado nostálgico, un poco triste a la par que optimista (si fuera posible). Por una parte me esntristece ver que, día tras día, este cuaderno creado con la intención de servir de unión entre un grupo "indestructible" de amigos, no avanza. Es bonito, sí, ver aportaciones de los pocos irreductibles galos (y un romano) que siguen escribiendo en el mismo, pero, por el contrario, hay otras firmas que cada vez cuesta más encontrar, teniendo que husmear muy atrás para verlos.
El problema es que, como bien saben vuestras mercedes, la responsabilidad de la abadía, los cuidados de la madre abadesa y del pequeño monaguillo, llenan casi todo mi tiempo. El monaguillo me despierta en maitines y me tiene en vela hasta después de vísperas, con lo cual no llego al ángelus con ánimo de replicar a los compañeros, y lo que más me agrada es ver a diario el blog para seguir las andanzas de mis compañeros de viaje, de los que por lo menos sé que van de viaje (algunos, de otros no tengo noticias desde Pascua de Resurrección). También es cierto que la economía del Monasterio no va por su mejor camino, pero los pocos habitantes del mismo, poniéndonos en brazos de la Providencia, siempre tenemos un mendrugo de pan, un caldo de cebolla, un cigarro de las Indias y un poco de queso, y con eso tiramos. No, no andan nuestras economías para excesivos dispendios, pero eso nunca fue óbice para que un grupo de compañeros se encontraran, si no recuerdo mal.
Y esta mañana, en la que casi nadie en la Administración trabajaba (ni en lo privado, supongo), un servidor, con menos entusiasmo por el empleo que los que estaban de puente, se dedicaba a limpiar de legajos el disco duro del trabajo, y encontraba unos cuestionarios escritos desde el corazón, enviados y devueltos por un grupito de amigos, en los que contaban desde lo que había debajo de sus camas, su peli, su música,... y, aunque datados tan sólo de hace unos meses, este fraile veía cómo la vida había pasado, cómo seguía su curso, cómo seguíamos creciendo, y tenía la sensación de ser Wendy cuando le dice a Peter Pan (influencias de Adso ese cuaneto es genial): Esta noche ya he crecido, duermo en una habitación sola, ya soy mayor. Y me preguntaba: ¿Cuando hemos crecido los demás? ¿desde cuando soy mayor? ¿por qué nadie me ha pedido permiso para crecerme?
Sí, tal vez (no, seguro) es una paranoia de lunes de puente trabajando por la mañana, pero sí es cierto que echo de menos cuando todos mirábamos en la misma dirección, aunque fuera hacia abajo (como en el dibujo)
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10 comentarios:
compañero tu sabes que siempre estoy dispuesto ha comerme ese mendurgo de pan,el vino y lo que me des(barcelo añejo)que rico,no estes melancolico hombre que no es para tanto,y esos que ya no escriben en este nuestro blog,pues que le den siempre estara el zorro y el zorrillo para escribir algo cuando este le deje,ahora esta durmiendo el zorrillo ,se nota,sino no estaria aqui.no te desanimes que despues del puente volvera ese artizo de ala triste,y llenara este blog de aventuras nuevas.yo escribo poco pero escribo que lo sepas.
ya sabes que mi hacienda esta aqui para lo que quieras y tambien habra un mendrugo que otro por hay ,eso si congelado,pero con 1 minuto en el microondas se arregla,si te aburres limpia la piscina y ves preparandola que veras como te salem amigos por todos lados,sin otro mas un saludo me despido hasta que el zorrilo me deje de nuevo o la madre no de mucho por.....,dioooooooooooo
Muchas gracias por el apoyo y el pan congelado, Don diego. Muchos besos también para el Zorrillo y la Zorra de tu mujer (huy). Saludos de la Madre Abadesa y el monaguillo.
Por cierto, melo digo yo mismo, pero qué bonita es esa frase que me ha salido antes ¿quien me ha pedido permiso para crecerme? (es mia ¿eh?)
Estimados todos,
No dejemos que la melancolía nos arrastre, os lo dice alguien que, debido a las instruciones recibidas por su tercio, estuvo destinado largo tiempo en tierra extraña, allí donde la gente no sabe pronunciar una simple "J".
Sabed, que siempre contaréis conmigo, para, hombro con hombro, llevar hacia delante este cuaderno de bitácora, que, como bien sabéis, saludé desde primera hora, y que, como buen soldado, seré el último en abandonar.
Nadie quiere crecer, querido abad, nadie quiere estar solo. Y os aseguro, a todos aquellos que lean este ágora de entendimiento, que nadie mejor que yo, sabe apreciar cada palmo de amistad conquistado a la desidia.
Una llamada de apoyo en momento difíciles (que por desgracia, y como sabéis he pasado no hace mucho, y cuyas cicatrices aún no han sanado del todo), un brazo por encima del hombro, una alegría con tu alegría, un decir a tu hijo que me llame tito, un presentarme ante amistades como un "casi hermano", un partida de risk, un trivial, un parchis, todos esos momentos, vividos junto a cada uno de vuestras mercedes, harán que en mi tengáis siempre una espada lista para cualquier batalla, sea la que sea.
Seamos maduros en nuestro día a día, pero volvamos a ser niños, enfundémonos nuestros sombreros, ciñamos nuestras espadas, fijemos las de misericordia en nuestras corvas. Yo nunca quise crecer, y máldita la gana que tengo, pero es ley de vida, no podemos ser toda nuestra vida como los personajes de tebeo.
Crecemos cuando tenemos una adversidad, cuando nos enfrentamos de bruces con la maldita realidad, y maduramos cuando miramos a nuestro lado y vemos compañeros de viaje, dispuestos a empujarnos cuando las fuerzas flaqueen.
Voto a mi si consiento que nuestro reducto a la imaginación se hunda.
En mi hogar todos sabeis que también contais con un mendrugo de pan, vino y cuanto deseeis para un buen yantar, lástima que no todo el mundo lo visite con la asiduidad que La Lebrijana y yo deseamos.
Espero vernos pronto, quizás el próximo fin de semana, compartir unas risas y una fanega de vino.
Queden con Dios vuestras mercedes.
Desde luego no puedo estar más en desacuerdo con vosotros, señores. No creo que esta etapa tenga nada que envidiarle a las anteriores, ni viceversa.
Todo el mundo añora la felicidad de la etapa pueril, incluso de la juvenil, y yo estoy de acuerdo (con matices), pero nadie se acuerda de lo desgraciado que te podías llegar a sentir cuado te quedabas sin amigos, o te dejaban en ridículo en clase, etc. Vamos, que toda etapa tiene cosas buenas y malas, aunque supongo que la mente procura borrar aquello que no hace sufrir.
Puede que en ésta que vivimos no seamos felices por el simple hecho de que nuestro padre aparezca con un huevo Kinder, pero podemos disfrutar de cosas que hace unos años no nos atraían en absoluto. Creo que ésta es una de las épocas más bonitas y felices que podemos vivir (al igual que todas las anteriores). Con muchas desventajas y miserias, pero con circunstancias que no se volverán a repetir en todo la vida.
Recuerdo cuando no hace mucho, todos nos moríamos por poder estar con nuestra churri hasta las 2 de la mañana, o por poder irnos de viaje, o por no tener que depender de nuestros padres, y un largo etcétera.
Hay momentos en los que uno no es capaz de ver todo lo que tiene a su alcance, pero desde luego si logramos quitarnos las gafas oscuras, veremos que ninguno tenemos de qué quejarnos. Muy al contrario, hemos llegado donde hace poquito soñábamos estar, y debemos seguir soñando y esforzarnos por conseguir nuevas metas, porque lo mejor está aún por llegar.
P.D.: A mi también me ha gustado tu frase señor fraile. Y tampoco me pidieron permiso.
Queridos hermanos:
No quepo en mi de gozo por las interesantes aportaciones hechas en esta entrada, fruto sobre todo de un momento de bajón (o subidón) nostálgico y escatológico. Muchas gracias a todos por el pan y el queso que tan abiertamente me ofrecéis, aunque no estaría de más acompañarlo de unos taquitos de jamón y regarlo con un buen caldo de rioja.
Por otra parte, tengo mucho que decir de vuestras opiniones, y espero que la fugacidad de la escritura en este aparato informático no me impida ordenar los conceptos.
Es cierto, querido legionario, que cada época que nos toca vivir tiene sus puntos buenos, que seguramente lo mejor está por llegar y que actualmente, por muchas que sean mis cuitas, no me cambiaba por nadie. Lo único que llena mi corazón de añoranza es la nostalgia de sentimientos, por ejemplo la irresponsabilidad (en todos los sentidos), la despreocupación, la libertad, al fin y al cabo. Y me refiero concretamente a la libertad que te deba no tener que tras de ti nadie que de ti dependiera, tomar decisiones sin más riesgo en el error que algún amigo/a te dejara de hablar un mes o dos, para luego volver a las mismas, tener el dinero justo en el bolsillo para un paquete de tabaco, o un futbolín, o un café (nunca todo a la vez), la sensación de aventura diaria al encontrarte amigos, al mentir a tus padres, al cortejar a una dama,...
Es digno de elogio vuestro optimismo, Legionario, y lo comparto plenamente, pero tal no es óbice para que en determinados momentos uno envidie lo que dejó atrás, o lo que no llegó a disfrutar o sufrir, lo que entonces soñó... Sin duda, el hombre es animal incompleto, nunca conforme con lo que tiene, y cualquier tiempo pasado fue mejor, pero el romanticismo se caracteriza por añorar lo que nunca jamás sucedió (esta es de Sabina)y uno prefiere sentirse romántico, que es lo que me queda.
En otro rato hablaré de la infancia adulta, que también es un tema que me place.
Yo también hecho de menos aquellos momentos en los que la época chunga empezaba una semana antes de los exámenes finales y terminaba 1 minuto después del último examen. También floto largo tiempo pensando en dónde podría estar yo ahora si hubiese cambiado una simple decisión o lamentándome por no haber cogido esa última oportunidad que me brindaron. Pero estoy de acuerdo en que ahora no me cambiaría por nadie y que lo que más echo de menos son los ratos con ciertos amiguetes, aunque sólo sea de vez en cuando . Y lo peor es saber que el principal culpable de todo soy yo.
No, hermano,no sos vos el principal culpable. Creo, como decís, que todo depende de decisiones tomadas en determinados momentos, que después hay que asumir (véis como ser responsable es bastante ingrato), seguramente esto será parte de la maduración de la persona, pero maldita sea dicha maduración cuando viene acompañada de la perdida de la espontaeidad, cuando uno tiene que dejar dinero a fin de mes por si los imprevistos, cuando no se puede enganchar de tercios con los compañeros porque ha de volver a casa,... Y creo no, estoy convencido, de que los alejamientos son fruto de dos partes, de todas las partes, de primeras, segundas y terceras personas (supongo que me entendéis), algo que por otra parte todos asumimos con orgullo en su momento, y que tiene efectos secundarios que debemos aceptar, aunque algunos no nos apetezcan demasiado.
Os entiendo a la perfección, querido abad y... ¡¡Cuanta verdad decís!!
Más parece que estuvieseis escribiendo guiado por la razón divina que por un arrebato de añoranza. Daría mi vida por poder departir con cualquier compañero acerca de miles de desventuras mientras derrochábamos cien duros de botellines en cualquier taberna aún angosta y lúgubre, donde sirvan palocortao y unas lonchas de chacina.
Por cierto, os veo muy orondo en vuestro nuevo retrato. ¿Acaso es que os juntáis mucho con Alatriste?
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