martes, 25 de septiembre de 2007

¡Qué suerte tiene nuestro vecino de enfrente!

¿Por qué no tendremos nosotros la suerte de nuestro vecino? Él no sólo tiene todo lo que nosotros queremos, sino que además no le ha costado ningún esfuerzo conseguirlo, mientras que nosotros hemos tenido que trabajar muy duro para lograr llegar donde hemos llegado.

Uno de los más envidiado es el vecino funcionario. “¡Qué suerte tiene el tio! Por las tardes no trabaja y las mañanas se las pasará tomando café o yendo al banco. Además lo habrán metido a dedo, o aprobando un examen de parvulario.”, le comentamos al camarero del bar donde él desayuna. Y lo decimos con conocimiento de causa porque es el mismo bar donde nosotros desayunamos y él siempre llega cuando estamos con la tostada, y se marcha cuando vamos por el café, luego nosotros: vasito de agua, pasamos por el baño, leemos un poco el periódico y charlamos con el camarero de lo fácil que es la vida para algunos. Pero esa idea cambia cuando decidimos prepararnos unas oposiciones, o lo intenta nuestra pareja. Entonces podríamos pensar: “Pues no son tan fáciles las oposiciones”, pero NO, lo que pensamos en ese momento es: “Todas las oposiciones son muy fáciles, .. MENOS LAS MIAS.” ¡Hay que ver qué mala suerte la nuestra! ¡Quién tuviera la suerte de nuestro vecino funcionario!.

Nuestro vecino de oficina también tiene más suerte que nosotros, que trabajamos como mulos, mientras el jefe, nuestro vecino de delante, no hace nada, “Es muy fácil dar órdenes, lo difícil es sacarlas adelante.”. Pero lo peor es que nuestro vecino de atrás, el subordinado, también tiene más suerte que nosotros, porque le damos el trabajo prácticamente hecho: “Lo difícil es tomar las decisiones y cargar con la responsabilidad, porque el resto es rellenar cuatro folios.”.
Y es que es asombroso lo fácil que puede resultar hacer un trabajo cuando es otro el que tiene que realizarlo. Incluso el informe que uno ha hecho durante años y siempre ha tardado 1 h y 35 minutos, pasa a durar la mitad cuando ascendemos de puesto y somos nosotros los que ordenamos a otro que haga ese mismo informe: “¡Lo quiero en mi mesa en 40 minutos!.”. Pero siempre ascendemos con tan mala suerte que las tareas de nuestro nuevo puesto, ahora se hacen con un programa informático nuevo, donde se tarda 1 hora en hacer algo que nuestro antecesor hacía en 20 minutos: “Es que el programa antiguo era más fácil de manejar que éste.”. Si es que siempre nos toca hacer lo más difícil, mientras que a nuestros vecinos de delante y de detrás siempre les tocan las tareas más fáciles y relajadas. ¡Qué vecinos más afortunados, el de delante y el de detrás!.

Otro vecino muy odiado es el vecino feliz. “Si yo hubiera sabido antes lo que era esto del matrimonio, no me hubiera casado nunca. Salvo con la mujer del vecino,... con esa sí que merece la pena. Seguro que hasta le gusta el fútbol.” pensamos después de haber visto 1 ó 2 veces a su mujer, la cual no es muy guapa, pero eso sí, nunca nos ha gritado “Estoy harta de ver tus calcetines en el suelo.”. Seguro que nuestro vecino moja todos los días y hace guarradas en la cama.¡Eso sí es suerte!.

Es bastante irritante porque, bien mirado, nosotros nos merecemos la suerte mucho más que él, porque somos mucho más inteligentes, más trabajadores y hasta más valientes que él: ”Si yo tuviera su negocio me habría forrado hace años.” solemos decir los que nunca hemos montado un negocio “Porque nunca tuvimos la oportunidad, que si no... ”, y es que al vecino “Seguro que se lo montó su padre y si no, se lo regalaron en una rifa.”.
O aquella frase de “Yo nunca hubiera dejado escapar a una tía como esa.” decimos los que nunca nos atrevimos ni a saludarla la primera que la vimos sentada en aquel bar “Porque teníamos que llevar a nuestro amigo a casa, que si no...”.
Hay que ver lo cobardes que son todos los toreros, si los comparamos con los miles de valientes que estamos sentados DETRÁS de la barrera “Hasta yo le hubiera sacado un buen muletazo a ese toro” a lo que añadimos “Porque mi padre nunca tuvo ganadería, que si no...”.
O mejor todavía, en un momento de euforia nos marcamos aquello de “El matrimonio no está hecho para mi.” después de que nuestra novia nos haya repetido hasta la saciedad “Con 2 divorcios en mi vida, no quiero ni oír hablar de boda.”.
O ésa otra de “A mi no me quita de fumar ni mi mujer.” sin pararnos a pensar que a lo mejor en nuestro bolsillo al lado del tabaco, ya no llevamos kleenex blancos sino azules, que casualmente son los favoritos de nuestra mujer, la que fuma más que nosotros, pero eso “Es porque no había blancos en la tienda, no porque a ella le parezcan más bonitos.”. Y los que alardeamos de que no hemos cambiado de kleenex, es porque hemos cambiado el armario entero.

Pero si hay algo que nos pone de los nervios, es el piso de nuestro vecino. Lo de menos es que su padre necesitase vender el piso, que ambos se desgraven más pagándolo mediante letras, que pague en letras el doble que nosotros en hipoteca, o que tenga que pagar el piso además de los gastos de transmisión, lo importante es que NO TIENE HIPOTECA.“¡Pero qué gastos va a tener, si el piso era del padre, si no tiene ni hipoteca!, Así también me compro yo ese cochazo”.
Esa es otra, el coche, porque el de nuestro vecino de garaje es uno de eso coches ostentosos que tienen que gastar una barbaridad, no como el nuestro, que costó un par de euros menos “Pero para mí la seguridad de los míos es lo primero, y además yo lo compré en Navidad y me ahorré un dineral con lo del Km 0 y lo necesito para viajar, porque en mi trabajo se hacen muchos kilómetros” decimos procurando no sacar el tema de nuestra moto de agua en Benidorm.

Para qué hablar de viajes, “El milloneti de nuestro vecino, todos los fines de semana se va a un sitio distinto, porque le sale el dinero por las orejas, mientras nosotros no podemos ni salir de casa, si acaso 1 día o 2 a la playa”, le decimos al dueño del chiringuito, el cual nos invita a la última ronda en agradecimiento al dineral que le dejamos en cervezas todos y cada uno de los 30 días del mes de vacaciones, desde hace 6 años.

Al contrario que nuestro vecino a nosotros nadie nos ha regalado nada, todo ha sido basándose en nuestro esfuerzo, y por nuestros propios medios. Y si alguien un día nos comentó que existía la empresa donde buscaban gente y finalmente nos contrataron: “Pues se me había olvidado, es que tampoco fue para tanto, sólo me dio un teléfono, lo importante fueron las pruebas de después. Y además con la memoria que tengo ya ni me acordaba” No vayan a pensar que hubo un peldaño en nuestra dura vida donde no sudamos la gota gorda para superarlo. Lo malo de esa memoria tan floja que tenemos es que CADA VEZ que entramos en el portal nos recuerda que el suertudo de nuestro vecino, no trabaja por las tardes, moja todos los días, está siempre de viaje con su cochazo, ¡y además no paga hipoteca!.

Yo espero que aunque la envidia sea un pecado capital, Dios no lo tenga muy en cuenta, y no nos mande al infierno, porque me han dicho que allí hay mucha gente afortunada, de esa que no paga hipoteca por estar ahí abajo en el infierno, tan calentitos, mientras nosotros nos morimos de frío en el cielo.