He querido hacer entrada para acabar con algunos malentendidos sobre mi humilde persona, y ya que últimamente parece que mis aportaciones al diario común están llenas de nostalgias, lloriqueos, achaques y destemplanzas, os ofrezco un remansito de paz y de alegría (a la par que acongoje).
Hay una opinión comunmente aceptada de que la paternidad (lo siento, no puedo hablar de la maternidad) no se da de facto hasta que no tienes al nenito en brazos en la sala de paritorios del hospital. Incluso hay quien opina que no se es papá de verdad hasta que el nene no dice "papa". Para mi entender, ambas opiniones son erróneas. Uno se embaraza con su mujer, incluso llega a aguantar el peso de la panza igual que ella (algunos literalmente), nota las patadas, movimientos, empujones,... (esas noches espalda contra panza), y hay documentados casos de embarazos masculinos, de contraciones sufridas al unísono entre ambos progenitores e incluso en rotura de aguas en algún papá mostachudo. La forma de algunos de sentirnos un poco más partícipes es leer algún libro, el documental de Nacional Geografic, y diagnosticar algunos síntomas de acuerdo al mes del embarazo (que nunca coincide con las semanas, ¿un mes no tenía 4 semanas)
Además, está el sufrimiento del parto, que en el caso del hombre (más resistente al dolor) (¿sí?) se agrava por el hecho de la incertidumbre, la incapacidad, el desconocimiento y la impotencia de qué hacer cuando no tienes ni idea de cómo ayudar (y no, no valen las leyendas urbanas de agarrar de la mano, soplar,... es un momento de inutilidad absoluta), a lo que sumamos los tiempos muertos en la sala de espera sin saber dónde anda la madre de la criatura, a la que según los protocolos hospitalarios le mola estar unas cuantas horas sola dilatando.
Y todo esto se agrava cuando ya tienes entre los brazos un enano/a al que no sabes cómo sujetar, sucio, incluso con la cabeza deforme, ensangrentado, mientras recibes unas calurosas felicitaciones, llamadas por teléfono y demás (de las que luego no te acuerdas) y a partir de ese momento dejas de existir. El padre se convierte en un ser accesorio en el parto, nadie te pregunta si estás cansado (a mi también me dolía), cómo estás, qué necesitas. Aparece una cohorte de madres, suegras, hermanas, primas, tías, abuelas y amigas muy listas que deciden por tí los siguientes pasos a dar, y tú, para sentirte útil, intentas opinar sobre lo poco que recuerdas de lo que has leído, utilizando palabras hasta poco antes inexistentes en tu diccionario (meconio, calostros), términos que provocan entre las madres de generaciones anteriores miradas de piedad, de "pobrecito este lo que dice", siempre teniendo muy claro que "lo que se hacía antes era lo bueno", "si siempre se ha hecho así".
El siguiente paso es el de los parecidos. Es increible la capacidad de algunas señoras (sobre todo) de sacerle al bichito ensangrentado antes descrito cualquier parecido con lo presentes, normalmente con los padres, aunque hay quien se atreve con los familiares de segundo grado o superior. En ese moment piensas: "yo no le veo parecido a nadie conocido", pero te lo callas por que si no diseccionan al bebé para demostrartelo: los ojos tuyos, las orejas de mamá, la boca del tito y la nariz de la abuela. Mentiras, todo mentiras.
Llegado este momento, alguien te recuerda que hay una serie de papeleos que hay que hacer, bastante rápido por cierto, porque hay que inscribir al niño (como si fuera una patente) y declararlo español a todos los sentidos. En ese momento ves por fín una labor a realizar, y te llenas de orgullo, sin saber que los papeleos son tan aburridos y tan pesados como los de la renta, y que a ellos deberás añadirle los caprichos (aunque se les llama comúnmente deseos) de la mamá (y de la cohorte de féminas anteriormente descrita) : traeme esto, lleva aquello, acercate a tal y cual, lo que, unido a que en el hospital no te dejan estar más de unas horas al día, hace que todavía no te enteres de que has sido papá.
En cuanto pueda seguiré el siguiente capítulo: los primeros días. Espero vuestras aportaciones.