
No sé si será porque no he hecho puente, porque el tiempo anda muy raro o qué sé yo. La verdad es que esta mañana me he encontrado nostálgico, un poco triste a la par que optimista (si fuera posible). Por una parte me esntristece ver que, día tras día, este cuaderno creado con la intención de servir de unión entre un grupo "indestructible" de amigos, no avanza. Es bonito, sí, ver aportaciones de los pocos irreductibles galos (y un romano) que siguen escribiendo en el mismo, pero, por el contrario, hay otras firmas que cada vez cuesta más encontrar, teniendo que husmear muy atrás para verlos.
El problema es que, como bien saben vuestras mercedes, la responsabilidad de la abadía, los cuidados de la madre abadesa y del pequeño monaguillo, llenan casi todo mi tiempo. El monaguillo me despierta en maitines y me tiene en vela hasta después de vísperas, con lo cual no llego al ángelus con ánimo de replicar a los compañeros, y lo que más me agrada es ver a diario el blog para seguir las andanzas de mis compañeros de viaje, de los que por lo menos sé que van de viaje (algunos, de otros no tengo noticias desde Pascua de Resurrección). También es cierto que la economía del Monasterio no va por su mejor camino, pero los pocos habitantes del mismo, poniéndonos en brazos de la Providencia, siempre tenemos un mendrugo de pan, un caldo de cebolla, un cigarro de las Indias y un poco de queso, y con eso tiramos. No, no andan nuestras economías para excesivos dispendios, pero eso nunca fue óbice para que un grupo de compañeros se encontraran, si no recuerdo mal.
Y esta mañana, en la que casi nadie en la Administración trabajaba (ni en lo privado, supongo), un servidor, con menos entusiasmo por el empleo que los que estaban de puente, se dedicaba a limpiar de legajos el disco duro del trabajo, y encontraba unos cuestionarios escritos desde el corazón, enviados y devueltos por un grupito de amigos, en los que contaban desde lo que había debajo de sus camas, su peli, su música,... y, aunque datados tan sólo de hace unos meses, este fraile veía cómo la vida había pasado, cómo seguía su curso, cómo seguíamos creciendo, y tenía la sensación de ser Wendy cuando le dice a Peter Pan (influencias de Adso ese cuaneto es genial): Esta noche ya he crecido, duermo en una habitación sola, ya soy mayor. Y me preguntaba: ¿Cuando hemos crecido los demás? ¿desde cuando soy mayor? ¿por qué nadie me ha pedido permiso para crecerme?
Sí, tal vez (no, seguro) es una paranoia de lunes de puente trabajando por la mañana, pero sí es cierto que echo de menos cuando todos mirábamos en la misma dirección, aunque fuera hacia abajo (como en el dibujo)